La muerte del papa Francisco marca el cierre de una etapa en la Iglesia católica que, si bien no estuvo exenta de tensiones internas, también abrió la puerta a discusiones impensadas hasta hace pocos años. Durante su pontificado, el primero de un jesuita latinoamericano, Jorge Mario Bergoglio impulsó una serie de gestos y declaraciones que movieron el tablero doctrinal sobre temas sensibles como el aborto, los derechos LGBT y el feminismo, sin cambiar dogmas, pero sí el tono y la actitud de la institución.
Aborto: entre la condena y la comprensión
El papa Francisco mantuvo la postura tradicional de la Iglesia sobre el aborto, al que describió en múltiples ocasiones como un “crimen” y una práctica “inaceptable”. Sin embargo, se diferenció de sus predecesores al adoptar un enfoque pastoral más comprensivo hacia las mujeres que abortaron. En 2016, como parte del Año de la Misericordia, otorgó a todos los sacerdotes la facultad de absolver el pecado del aborto, algo que antes estaba reservado a obispos o confesores especialmente autorizados.
El gesto que emocionó al mundo: quién es la monja que rompió el protocolo para despedir al papa FranciscoFrancisco nunca dejó de calificar el aborto como un atentado contra la vida, pero insistió en que el perdón y la acogida son esenciales. En sus palabras, la Iglesia no debe “condenar sin compasión” y debe “acompañar” a quienes enfrentan decisiones difíciles. Esa combinación de firmeza doctrinal y cercanía pastoral fue una de sus marcas distintivas.
Personas LGBT: del rechazo al reconocimiento de su dignidad
Quizás uno de los momentos más recordados del pontificado de Francisco fue cuando, en 2013, a poco de asumir, dijo ante una pregunta sobre los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgar?”. Esa frase resonó en todo el mundo y marcó un punto de inflexión en la relación entre la Iglesia y las personas LGBT.
Aunque el Papa no promovió cambios en la doctrina —la Iglesia sigue considerando las relaciones homosexuales como “pecado”—, sí alentó una actitud de acogida, respeto y acompañamiento. Recibió en el Vaticano a personas trans y homosexuales, les envió mensajes de aliento y llegó a afirmar que “Dios no rechaza a nadie” y que “todos tienen un lugar en la Iglesia”.
En 2020, en un documental, se mostró a favor de las leyes de unión civil para parejas del mismo sexo, afirmando que “tienen derecho a estar legalmente cubiertos”, una declaración sin precedentes para un Papa. Aunque más tarde el Vaticano intentó matizar sus palabras, el gesto quedó como testimonio de su voluntad de acercarse a realidades que históricamente fueron marginadas por la Iglesia.
Muerte del papa Francisco: cuánto tiempo puede estar vacante el papadoFeminismo: una apertura moderada en un contexto de resistencia
Francisco abordó el tema del rol de la mujer en la Iglesia con una apertura limitada, aunque reconoció reiteradamente la necesidad de una mayor inclusión. Si bien no apoyó la ordenación sacerdotal de mujeres —algo que consideró una cuestión “cerrada”—, nombró a varias laicas en cargos de liderazgo dentro de organismos vaticanos, lo cual supuso un avance en términos de visibilidad y representación.
El Papa criticó el machismo e incluso lo calificó como “una plaga” en algunos discursos. También pidió una “teología de la mujer” que reconozca su rol en la Iglesia y en la sociedad, aunque sin llegar a plantear cambios estructurales en la jerarquía eclesiástica. Su lenguaje fue más simbólico que disruptivo, pero abrió un espacio de diálogo que sigue creciendo.
Así será el dispositivo de seguridad para el funeral del papa FranciscoUn legado de gestos, tensiones y cambio de tono
El pontificado de Francisco no cambió las normas fundamentales de la Iglesia en relación con el aborto, los derechos LGBT o el feminismo, pero sí cambió el tono con el que se abordan estos temas. En lugar de condenas tajantes, apostó por el diálogo, la escucha y la inclusión pastoral, lo que le valió tanto elogios como críticas, dentro y fuera del catolicismo.
En tiempos de profundas transformaciones culturales, su legado quedará como el de un Papa que intentó tender puentes sin romper con la tradición, y que puso en el centro a las personas concretas, con sus historias, sus luchas y sus búsquedas. Su mensaje fue claro: la Iglesia debe ser un “hospital de campaña”, no un tribunal, y su tarea más urgente es la de sanar heridas y abrazar a los que se sienten fuera.